En un taller de “cultivo de Orquídeas” que hice hace unos años en el Botánico de Bs.As. el jardinero contó que una vez hizo un experimento: a un grupo de orquídeas las cuidó y protegió del clima, sol, vientos, heladas. Nunca les faltó agua y fueron protegidas adentro en el invierno.
A otro grupo de orquídeas las dejó afuera sin riego ni cuidado alguno, sólo recibían el agua de la lluvia si es que llovía.
Resultado del experimento: ninguna de las orquídeas “mimadas” floreció. Y en cambio las que sufrieron las heladas, sequías, vientos, etc. florecieron absolutamente todas.
Y luego el jardinero dijo: “para que una orquídea florezca y regale al mundo su belleza única debe haber tenido que sufrir alguna adversidad y trascenderla”. La orquídea con exceso de cuidado y protección a la que se le evita todo “problema”, no da flores.
Nunca pensé que este taller me iba a dar semejante enseñanza espiritual. La Madre Tierra tiene mucho para enseñarnos. En la Naturaleza está toda la Sabiduría.
Bendiciones,
María Laura.-