El otro día quedé en el medio de una conversación en donde una persona hablaba desde un nivel de conciencia espiritual (desde la conciencia de unidad) y la otra lo hacía desde un lugar mucho más racional. La conversación era amena, realmente se veía la intención de entenderse entre sí. Pero al estar hablando desde frecuencias (puntos de vista) diferentes no llegaban a entender del todo lo que el otro quería explicar.
Yo estaba literalmente en el medio, me quedé callada, moviendo la cabeza como partido de tenis con lo que decía uno y luego el otro. Desde sus perspectivas ambos tenían razón.
Y recordé que cuando era más joven tenía la necesidad de decirle a todo el mundo lo que estaba aprendiendo sobre la espiritualidad, los niveles de conciencia, la reencarnación, las energías, etc.
Me acuerdo la cara con la que me miraban mis compañeros de la universidad católica cuando les expuse mis teorías sobre los reptilianos, los anunnakis y que la humanidad era el producto de un experimento de razas alienígenas.
Distinguía entre los que estábamos despiertos y los que estaban dormidos (qué soberbia, por dios!), era talibana del vegetarianismo y que nadie osara discutirme sobre la existencia de la reencarnación.
No sé qué me pasó con los años, pero lo que estoy sintiendo ahora es que todos estamos despiertos y dormidos, que uno se puede iluminar igual no siendo vegetariano, que una persona puede cumplir el propósito de su alma desde una experiencia humana amorosa y bien terrenal sin nunca haber meditado ni saber nada de energías ni anunnakis.
Hoy en día estoy aprendiendo más de observar a la naturaleza y a mí misma sin juzgarme, que de leer libros de maestros espirituales.
Y también me abro a aprender de personas bien terrenales que con sus acciones amorosas me ubican bastante cuando entro en la soberbia de creerme que porque soy espiritual ellos tienen que aprender de mí.
Ya no siento la necesidad de defender mi punto de vista. Toda esa energía ahora la dirijo hacia la mirada interna, a ser honesta conmigo, amar mi luz y mi sombra y lograr escuchar mi corazón (que es el que tiene el mapa posta hacia mi evolución).
Bendiciones,
María Laura.