honrar la sanación que ya lograste.

Tenés que honrar toda la sanación que ya lograste. Peregrinaste por terapeutas, talleres, meditaciones. Tengo algo para decirte: ya te sanaste. Esa herida que venís trabajando, ya está sanada e integrada.

¿Por qué me parece que no, que aún me falta, que aún me duele?

Porque construiste una identidad alrededor de esa herida. No sabes estar en el mundo sin esa herida.

Tantas terapias, tiempo y dinero invertido en sanarnos y cuando realmente lo logramos no lo creemos, volvemos a traer una “herida fantasma” una y otra vez porque estamos acostumbrados a vivir desde el sufrimiento y nos da miedo animarnos a vivir de otra forma.

En serio, tenés que honrar toda la sanación que ya lograste.

Las terapias de estos nuevos tiempos son muchísimo más rápidas que las de antes. En pocas sesiones realmente se puede desenchufar lo que alimentaba algún síntoma o trauma.

Como si esa herida fuera una notebook que, una vez desenchufada, sólo le queda un acotado tiempo más y de a poco se va quedando sin batería. Ya nada la alimenta, así que es cuestión de tiempo que esa herida se vaya apagando. Salvo que vos mismo la vuelvas a alimentar por este miedo que te decía de no saber vivir sin ella.

Se dan cuenta qué ridículo es esto? Si vamos a sufrir que sea por heridas aún no sanadas, y no por lo que ya sané pero mi personalidad adicta al dolor quiere mantener.

Aprovechemos estos días para decretar qué herida decido que ya sané, y no le voy a seguir dando más vuelta (ni más terapias) al asunto. Tal vez esto era lo último que te faltaba para que puedas honrar, ver, vivir y experimentar en lo concreto tu nuevo estado de conciencia.

Bendiciones,
María Laura.

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